miércoles, 24 de agosto de 2011

Y continúa la historia

Millie tropezó con un canasto de cebollas y ajos podridos y cayó al suelo. Se paró a regañadientes mientras escupía tierra seca, porque se había caído de tal manera que su rostro quedó completamente hundido en una maceta con tierra, pero sin plantas.
Llena de curiosidad volvió a subir las escaleras corriendo y ... CATAPLAF, otra vez fue a dar con su amigo el piso. Se paró de un salto y comenzó a echar todas las maldiciones inimaginables.
Volvió a subir las escaleras, pero ahora más lento y golpeando bien fuerte los escalones, con cada paso que daba para demostrar su enojo.
La lluvia había parado.
Arriba había un pasillo largo, a los costados del pasillo se hallaban un montón de puertas, y al fondo una de madera.
Entró en la primera habitación, parecía un laboratorio, tenía una luz tenue verde. Había un lavamanos, servilletas de papel al lado, una heladera, un estante con frascos , los cuales tenían tarjetas borroneadas y líquidos raros.
En ese momento, recordó algo que le hizo bajar las escaleras corriendo, salir de la casa a las apuradas, atravesar el pueblo sin tener tiempo para decir Hola, pisar un charco de agua embarrada, mancharse todo el vestido, subir la montaña a todo lo que da, entrar en una choza vieja, coger unos trastos raros llenos de polvo y un vestido violeta oscuro y volver a la casa a toda prisa, tomándose el vestido enchastrado para no mancharse las piernas.

1 comentario:

Barberán Zangaro dijo...

A los maestros de la comunidad les deseo un muy feliz día y otro deseo doble a los maestros bibliotecarios en su otro día (13).