En el techo del salón colgaba una hermosa y enorme araña de cristal.
A la izquierda de la puerta por la que había entrado Millie, se hallaba un piano antiguo cerrado con llave, que descansaba en una caja sobre él, junto con un reloj bañado en oro y un jarrón con cuatro flores muertas.
Más atrás había dos sillones, cuyo forro hacía juego con el mantel a cuadritos que cubría la mesa que estaba entre medio.
Al fondo de la habitación, se encontraba un mueble de madera tallado admirablemente. El cual contenía tazas lujosas y platos, pero todo estaba lleno de polvo.
Caminó hacia el fondo de la habitación, y se encontró con una escalera con los escalones medio viejos y rayados.
Entró donde aparentemente estaba la cocina. Era grande, tenía tres ventanas corredizas, un horno cubierto de polvo, muebles de madera con manijas de metal, una heladera que aparentemente hacía mucho que no se usaba, pero que todavía andaba, una mesada de mármol con una pileta, una mesa grande, un estante con libros de cocina; y un mueble con cajones, puertas y un espejo sucio...
1 comentario:
Maravilloso lo que ha creado la pequeña Nubia. Es asombroso y admirable que pueda introducir al lector en cada escena, utilizando una gran precisión descriptiva. Muy buen vocabulario y capacidad para crear la intriga.
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